sábado, 17 de diciembre de 2022

HISTORIAS DE FLORIDA

 RECUERDOS DE NAVIDADES FLORIDANAS

Marely Ararat Escobar. Miembro Honoraria CEHMAV

Cierro mis ojos para volver a mirar este paisaje de añoranzas decembrinas que les quiero contar. Viajo al Florida de mediados de los sesentas, a jugar en la “calle real”, a cuadra y media del parque principal, rodeada de los vecinos de infancia. Son las siete de la noche. No hay carros ni motos qué esquivar. Algunas familias están sentadas en la puerta disfrutando del viento fresco, mientras los muchachos jugamos a “La lleva”, “Policías y ladrones”, un “Picao” o saltamos lazo; luego para descansar hablamos del último capítulo de Kalimán el hombre increíble o de Arandú el príncipe de la selva. Los más grandes escuchan a esa hora “La ley contra el hampa”.

 

Alguien pregunta: -¿Qué le están pidiendo al niño Dios?- Recuerdo el brillar de los ojos infantiles ensoñados por el deseo de ese regalo que llegaba cada diciembre traído por ese fantástico Niño y empieza el enunciado de cada uno de los pedidos:

 

Una dice: _Yo una muñeca caminadora. Otro comenta: _Yo un balón de fútbol.

Otro más seguro: _Yo una bicicleta. Como gané el año con buenas notas…

_Yo un carro de policía de pilas.

_Una lotería.

– Una vajilla y un juego de ollitas.

_Yo nada porque mi mamá dice que este año me he portado muy mal y que no pierda tiempo pidiendo regalo al niño Dios.

Hum! - A que no adivinan quien es el niño Dios!

_ ¡ Ahhhh… Pues quién no va a saber eso! Pues el papá o la mamá! _Yo descubrí a mi papá el año pasado metiendo el regalo debajo de la almohada de mi hermanito. Jajajaja.

_ Siii… Yo también vi a mi abuela cuando metía mi regalo debajo de la almohada. Me hice la dormida. Pero sí. Tenés razón, son los papás o las mamás el Niño Dios.

_ ¿Juguemos aguinaldos no les parece?

_Siiii. Pero yo no juego con James porque él no paga los aguinaldos, el año pasado le gané como tres y no me los pagó.

_ Bueno pero esta vez es en serio. _Todos pagamos. _ ¿Y qué apostamos?

_ Pues un bombón de coco o una chocolatina.

_O un pandero o un “borrachito”.

_ Mejor un “gaucho”.

_Listo! ¿A qué jugamos?

_ ¡Al tres pies o al hablar y no contestar!

_Noo, mejor al sí y al no. _ Nooo ese no me gusta. Mejor juguemos estatua.

_Mañana es el día de las velitas.

_Donde don Horacio ya llegaron los “diablitos” y las velas romanas.

_ Uy no. A mí no me dejan jugar con pólvora. Mi abuela dice que es pecao quemar la plata.

 

El grito de una mamá acaba con la tertulia: _ ¡A dormir! Ya no más jugarreta. Son casi las nueve de la noche; cada uno va desfilando para su casa, sudorosos, felices y soñando con el encuentro siguiente del día de velitas.

Es la mañana del siete de diciembre; en el alto parlante de la iglesia suenan los villancicos anunciando que la navidad está cerca. No hay tanto ruido y los que vivimos cerca al parque principal podemos disfrutar de la música que coloca el padre Mariano Figueroa antes de la misa y la novena. Esa noche, muchos haremos bolas con la parafina recolectada de las lágrimas de las velas de colores surtidos que alumbraran el camino de la virgen María esa noche.

 

Puedo ver los primeros disfraces de los diablos rojos, verdes, blancos, negros y azules, azotando sus látigos contra el piso, pidiendo monedas y correteando los grupos de muchachos que salen por cada barrio o calle que transitan. El sonido del perrero sobre el suelo es motivo de terror para unos y diversión para otros.

 

Ese día temprano o el anterior muchas familias elaboraron el pesebre y el arbolito navideño. Cada año es un gran reto a la creatividad y buen gusto, innovar con alguna montaña, pasadizo, muñeco o casa. En el árbol navideño las bolas de fino y frágil cristal, brillan. La chamiza tomada de un árbol del solar, está recubierta con algodón y unas tiras de papel metalizado finamente picado semejando gusanos de brillantes colores. El pesebre recubierto con musgo y melena, está adornado con pequeñas casas elaboradas por los niños en cartulina y pintadas con lápices de color. Lo pueblan figuras que van desde ovejas de diferente tamaño, hasta osos, soldados e indios de colores ganados en alguna “piñata”; tampoco faltan carros, camellos, gallinas y patos que nadan sobre el papel de aluminio rescatado de las envolturas de los cigarrillos Piel roja.

 

Cerca del veinticuatro de diciembre, en el Teatro Florida, don Gerardo Guerrero organiza el famoso festival navideño. Ahora pienso en la buena construcción de esta edificación. En esta época, está atestado de gente en los dos pisos. Los más grandecitos fueron solos a la matinée del domingo. Venciendo muchas peripecias lograron comprar la boleta de entrada, conseguir puesto, ver la película, ir al baño (uno para doscientas personas) y salir del teatro. Han soportado el calor infernal y los olores que se levantan de zapatos y axilas. Más que la película, los ojos de los asistentes están puestos en la bicicleta que este año es el premio mayor. Al lado se encuentran cajas de regalos envueltas en papeles de colores navideños, guardando balones, muñecas, vajillas, loterías, juegos de parqués y dominó y demás juguetería que van a ser rifados. Nunca gané nada, pero disfruté la adrenalina de la espera y la esperanza que “de pronto este año si gano algo”.

 

En los siguientes días, las pailas de cobre son brilladas y junto con la cagüinga, las manos diestras de madres y abuelas prepararan deliciosos manjares. El dulce de manjar blanco y desamargado; las hojaldras, el vino cherrynol o Martini y las galletas navideñas, ruedan intercambiando sabores y texturas de casa en casa, mezclándose con los olores de los sahumerios que alejan los malos espíritus y la mala suerte. Las gallinas del patio cuidadas con esmero durante todo un año pasan a ser el deleite del sancocho del veinticinco.

 

Veinticinco de diciembre. Antes de salir de la cama los niños miran bajo la almohada y destapan el regalo. Una vez más el Niño Dios no cumplió su pedido, pero tenía regalo. Casi a medio desayunar, se asoman a la puerta a ver desde el andén a los amigos vecinos arrastrando un carro, cargando una muñeca o jugando con una vajilla. La escena agita el corazón de alegría ya que anuncia momentos para compartir y disfrutar de los regalos de todos. Pero antes, hay que ir a tomar el chocolate caliente con los buñuelos y las hojaldras, acompañados de la música navideña que suena en la radio.

“Oh luna que brilla en diciembre

Se oye el rumor de un cañonazo…”

 

Pelleja del Niño Dios.
Archivo Familia Del Castillo Cadavid


 

 

 

sábado, 3 de diciembre de 2022

Historia Urbana

 60 Años del Barrio El Fajardo. Fernedy Yonda Silva. Presidente CEHMAV

“Antes de la década de 1960, los terrenos que hoy ocupa el barrio Fajardo, era una gran plantación de tomate propiedad de don Argemiro Barney” Refiere  el señor Rosley Molina de profesión constructor y miembro de una de las familias fundadoras del barrio.


FOTO: Exposición Agropecuaria en el parque principal de Florida. Aproximadamente en 1958. A la derecha y sin sombrero el señor José Ceferino Molina, uno de los primeros habitantes del Barrio Fajardo. Cortesía de Rosley Molina.

Rosley Molina nació un primero de Mayo de 1945 en el hogar conformado por José Ceferino Molina y doña Etelvina Ortega. El día de su llegada al mundo, le tocó a su papá venirse desde la Acequia con su mamá en busca de la partera de la época doña Felisa. Su nacimiento se registra, cuando vivían en la Acequia porque su papá toda la vida fue un connotado agricultor y allá cultivaba plátano en predios que pertenecían a la familia Fajardo, entre ellos don Miguel, Absalón y otro hermano fallecido cuyo nombre no recuerda.

Cuando tenía aproximadamente tres años de edad su familia se vino a vivir a Florida en predios de su abuelo paterno que también se llamaba José Ceferino Molina y que estaba ubicado entre predios de las familias Barney, Galindo y Ledezma (hoy esquina de calle 9 y 8A parque de las Llantas). Recuerda que en esa esquina donde convergían la calle real y el callejón de don Floro se le conocía como “el infiernito” por aquello que pululaba mucho bochinche en el sector.

Expresa Rosley que el sector donde se ubica el barrio Fajardo era entonces un sembradero de tomate, precisamente a donde fue invitado su papá, dada su extraordinaria habilidad para el cultivo. Hay que hacer énfasis que don José Ceferino fue experto sembrando repollo, tabaco, tomate y plátano.

Manifiesta que a la altura del parque del León, por donde bajaba la acequia grande, se desprendía un agua que llegaba hasta la zona del barrio fajardo y se usaba para el cultivo del tomate. Esta acequia era llamada “la Celedonia”. De igual manera era llamado el callejón que salía desde la escuela Policarpa hasta el río. De este callejón, que hoy es la carrera 16 se dice que hacia el oriente era lo de don Argemiro y hacia el occidente de un vecino de ascendencia indígena conocido como don Manuel, y así lo corrobora doña Miriam Silva, una reconocida residente del lugar que lideró el proceso de pavimentación de un tramo de esa carrera.  La familia Molina se ubicó sobre este callejón junto a la casa de la familia Perea y por eso se puede afirmar que estas dos familias se establecieron antes de instalarse el barrio. Por el callejón de las Celedonia era muy común ver pasar a don Domingo Sánchez, un floridano que en ese entonces sacaba arena en el río y la cargaba a lomo de bestia para venderla por encargo.

Para la época don José Ceferino y sus hijos salían a pescar en el caudaloso rio Fraile, desde el puente que va para Miranda hasta inmediaciones de Casa de Piedra y cuenta que llegaban con una sarta de siete pescados suficientes para el consumo de la familia. En las noches era muy común el croar de las ranas y la presencia de aves pantaneras sobre las aguas de la acequia la Celedonia. Coincide esta versión con la afirmación de la docente María Nury Delgado, quien afirma que las aguas de la Celedonia eran tan limpias que ella en muchas oportunidades salió con sus amigos a bañar allí.

Los predios donde se ubica el barrio eran propiedad de Argemiro Barney, quien colindaba con sus hermanos Lalo, Cesar y Guillermo propietario de áreas que van desde el barrio La cabaña hasta casa de piedra. Las vivendas estaban ubicadas en la casona donde operó obras públicas, donde se fundó el desaparecido Liceo Tomas Carrasquilla y Casa de Piedra por su puesto, mientras que la casa de Argemiro estaba junto a los predios de la Ferretería El Mangle (Casa Pontón).

“Nosotros nos vinimos a vivir aquí, porque los hermanos Anuar y Larry, hijos de doña Lía, arrendaron los terrenos para sembrar Tomate y llamaron a mi papá para que les administrara”. Cuenta Rosley

Ya para 1960 en la alcaldía de Absalón Fajardo se creó La Unión Provivienda cuyo objeto fue lotear y vender. Participó el Alcalde don Absalón, don Antonio Isaza y su hijo Noé y don Eduardo Mora. Los lotes fueron vendidos a 500 pesos a pesar de que la gente decía que; ¿quién iba a vivir en ese pantanero?

En 1962 se hizo la entrega formal de lotes y la mayoría de los propietarios eran gente que vivía en florida. Fueron levantadas casas en bahareque y zinc, por lo que la gente empezó a llamar al sector como “barrio lata”. El barrio fue denominado Fajardo en reconocimiento a don Absalón que lideró el proceso y la escuela se llamó, como otro de los gestores del barrio que fue, don Antonio Isaza.

Hay que decir que cada año los moradores celebraban la fundación del barrio con un carnaval o ferias del Fajardo, se hacían reinados y había mucha rumba, de hecho fue muy famosa su caseta construida junto a la escuela, hecha en guadua y zinc. El barrio Fajardo es el tercer barrio del municipio de Florida después del barrio La Esperanza y Puerto Nuevo.

jueves, 20 de octubre de 2022

La Ciudad Floridana II(1969-2020)

 

La Ciudad Floridana II (1969-2020)

Gustavo Torres Alvarez.Secretario General CEHMAV. Miembro correspondiente Academia de Historia del Valle.

 

Visita del presidente Carlos Lleras Restrepo al inaugurarse la Plaza de Mercado de Florida. Archivo Parroquial San Antonio de Padua.

A finales de 1969, se inaugura en Florida la actual galería o plaza de mercado con la visita del presidente de la Republica Carlos Lleras Restrepo y su comitiva, hecho que inaugura una nueva etapa en el urbanismo local que había iniciado años antes con la fundación del Cuerpo de Bomberos, del Hospital Santa Inés, del Instituto Las Américas y la construcción del barrio El Fajardo colindante con el rio Frayle.

Al terminar esta década, ya se habían creado los barrios La Cabaña, San Antonio, San Jorge, El Paraíso y Perez estos últimos al norte de la localidad, al igual que el barrio López a donde había sido trasladada la escuela pública Emeterio Piedrahita; más tarde en los años setentas, se construye el barrio Quinamayo en la vía que conduce a la ciudad de Cali en terrenos colindantes con el barrio La Esperanza y la antigua hacienda La Chamba, este último donde se construyeron los primeros escenarios deportivos de la localidad,  a saber el estadio Municipal Perodias y el Coliseo Los Fundadores; mientras que en la década de 1980 surgirían los barrios Moncaleano colindante con la acequia Carisucio y con los predios de la hacienda La Casilda y también se construye para esta época la Ciudadela don Paco en cuyos alrededores se edifica un nuevo hospital para una población con un crecimiento demográfico exponencial, terminando esta década surgen también la urbanización La Aurora y Los Almendros con la prolongación de la calle 10; para estos años se inaugura la segunda parroquia del municipio: Nuestra Señora de Las Lajas y se promueve el primer servicio de transporte urbano.

Al iniciar la década de 1990, se construye la actual Casa de la Cultura Hernando Caicedo donde en otrora funcionara el expendio de carnes y la primera planta eléctrica del municipio. A inicios de esta nueva década, surgen también los barrios El Recreo en la vía que conduce al Pedregal y El Cedro en la salida a Cali.

La terrible avalancha del rio Frayle del día 31 de enero de 1994 a más de afectar considerablemente el sector urbano y rural obligo a la renovación del municipio en cuanto a infraestructura se refiere con la modernización de la plaza principal, la construcción del colegio Industrial, del Parque Bosque Municipal y de nuevos barrios para los afectados por la catástrofe entre ellos Nuevo Horizonte, El Progreso y La Hacienda.

Terminando esta década, se construye el barrio Villanancy al norte de la localidad y se termina la construcción del nuevo puente sobre el Rio Frayle.

El nuevo milenio en tiempos del conflicto armado, surge el barrio San Luis en predios colindantes con el Parque Recreacional en el año 2002 y más tarde, se construye por iniciativa del sector privado La Casilda colindando con la hacienda del mismo nombre y en 2005 se inaugura la variante vehicular que conecta la entrada principal del municipio con el puente sobre el Rio Frayle.

En la segunda década del siglo XXI, se construyen las urbanizaciones Las Tinajas, Waterloo, Guayacanas y Mi Pueblito por iniciativa de la Asociación Floridana de Vivienda al noroccidente del casco urbano, zona que se proyecta como de espacio comercial y residencial de la localidad.

Junto a los barrios mencionados en las dos primeras décadas de este nuevo siglo, se han construido obras de gran impacto social y urbanístico como coliseos, casas lúdicas,  coliseos, una nueva biblioteca y otros de índole ambiental como la PETAR que será una realidad junto a la pavimentación de la vía El Pedregal-La Diana de gran beneficio para campesinos, indígenas, el comercio de frutas y hortalizas y promoción de deportes extremos y servicios turísticos en el sector montañoso de la Cordillera Central.

Finalmente, se adecua actualmente el nodo de la Universidad del Valle en el antiguo centro recreacional y se construye la casa de justicia contigua a la Biblioteca Felix Raffan Gómez.

 Bibliografia:

Revista Progreso Para Todos. Alcaldia de Florida. 1997

Florida, recuperando la memoria colectiva. Ediciones FAID. 2005

Memorias de Florida.Marco Antonio Valencia. 2006

Revista La Ruta del Progreso. Alcaldia de Florida. 2019

Hemeroteca Centro de Estudios Historicos de Florida.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

La Ciudad Floridana I (1835-1969). Por Gustavo Torres Alvarez. Secretario General CEHMAV

 

Plano Urbano de Florida en 1957. Cortesía. Alvaro Erazo

Tratando de emular al destacado historiador Jacques Aprile en su extensa obra La Ciudad Colombiana, expondré brevemente los orígenes y desarrollo del urbanismo local en dos etapas respectivamente: siglo XIX y mediados del siglo XX, como también desde 1969 hasta 2020 inclusive, apoyado en documentos civiles y eclesiásticos que dan valía a esta compilación.

 

Iniciaré por decir que los procesos de urbanización en Florida se remiten a las leyes republicanas en la primera mitad del siglo XIX, donde habían quedado suprimidas las normas reales o virreinales, que establecían las medidas de las plazas, edificios de gobierno, viviendas y demás elementos de acuerdo a los puntos cardinales; si bien el trazado del actual casco urbano conserva elementos característicos de las denominadas villas o ciudades coloniales, presenta novedades en cuanto a la época inmediatamente anterior se refiere, que describiré a continuación:

 

Entre los años 1832 y 1834, se ha transmitido por relatos de la tradición oral el traslado de la población de Perodias al llano del Pedregal, aunque lo correcto sería afirmar que, antes de estos años y anterior al año de 1826, cuando se crea el curato de Santa Rosa no existía aun un trazado urbano como el que se menciona en el Acta de terrenos, otorgada por la familia Bedoya en octubre de 1835:

 

En la villa de Palmira a los 22 días de octubre de 1835, ante mí el escribano público del número y testigos que se mencionaran a continuación presentes los ciudadanos Julián Bedoya por sí y su hermano Santos Bedoya por medio de una carta que se agrega y su tenor es el siguiente, Manuel, Josefa, Maria Andrea, Pedro Antonio y Antonio Bedoya. Vecinos de este cantón de quienes doy fe conozco y dijeron: Que son dueños del terreno en que se han hecho los asientos de la parroquia de La Florida…Su consentimiento es que se le quite un cien por uno de tierra alterando la demarcación que se hizo y contra la cual quiere conservar el actual cura de la Florida pretendiendo dar 6 varas de ancho a la calle.

 

El análisis de este documento, conduce a la afirmación de que antes de radicarse el mimo ante notaria publica y escribano, ya se habían entregado los lotes para el trazado de la Parroquia que como es tradición oral, surge alrededor del parque principal(Plaza de la Paz) y en el cual hubo un litigio entre los donantes de los terrenos y el cura de la época Juan Ignacio López por el ancho de las calles; es de suponer que el primer edificio en construirse fue el de la Iglesia antigua de San Antonio de Padua, que según los primeros libros parroquiales seria erigido a partir del año de 1832 cuando se cambia el antiguo patronato de Santa Rosa; aunque queda por constatar a falta de documentación oficial, cuando se construye el palacio municipal que si bien recibe esta denominación entre 1863 y 1864, cuando es creado por ley el distrito de Florida, pese a ello debió haberse edificado una casa consistorial antes de estos años, pues en los primeros documentos civiles del Archivo Central del Cauca, se mencionan algunos jueces y alcaldes parroquiales que ejercían autoridad en primer lugar en el territorio de Perodias y más tarde en El Pedregal.

 

En la plaza central, se realizaban las actividades comerciales los días de mercado, como sucedió hasta la primera mitad del siglo XX y en los alrededores se ubicaron las viviendas de las primeras familias pobladoras y los primeros establecimientos del comercio local, aquí se perpetua el concepto colonial de quienes estaban más cerca de esta plaza, gozaban de un mayor poder adquisitivo, no así para aquellos ubicados en la periferia.

 

Finalizando el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, Florida era un pintoresco caserío (como mencionan algunos relatos de viajeros) rodeado de haciendas más tarde transformadas en trapiches e ingenios azucareros, ello se ve reflejado en la población del municipio en esta época. Durante la década de 1910, la escuela pública de varones se ubicaba en los alrededores de la plaza y se ejercía como se ha dicho un nutrido comercio de víveres, carnes y vestuario, este último liderado por la llegada de habitantes de la península árabe; poco a poco las colonias venidas del norte del continente como la familia Barney y del lejano oriente tecnificarían las incipientes actividades ganaderas y agrícolas de la población.

 

El concepto de urbanismo para aquellos años se enmarcaba en dos sectores claramente diferenciados por el uso de suelo de manera comercial para el caso de “Puerto Nuevo” cuyas edificaciones se ubicaban sobre la antigua calle quinta o calle Real y “El Gallinazal” más tarde llamado “La Esperanza”, que era solo de uso residencial y se ubicaba en la vía que conduce hacia las ciudades de Cali y Palmira respectivamente. Al finalizar la primera mitad del siglo XX, la localidad experimentaba un aumento considerable de población, ocupando el último lugar dentro de la subregión de Palmira y cuyos habitantes moraban principalmente en los corregimientos y veredas; lo cual cambiaria en las décadas siguientes con los fenómenos del desplazamiento por la violencia bipartidista y el auge de la industria azucarera principalmente.

 

Finalmente, la década de 1960, implicaría diferentes cambios en la dinámica urbana como se conocía hasta entonces con la construcción de nuevos barrios entre ellos El Fajardo, liderado por el alcalde de la época Absalón Fajardo y surgirían diferentes entidades para una ciudad en crecimiento con un mayor número de habitantes, cuyo polo de desarrollo fue el traslado del mercado del parque principal a su sitio actual, de lo cual hablaré en la segunda parte de este artículo.

martes, 9 de agosto de 2022

Reseña Histórica de Florida Valle

 

Hacienda Perodias. Archivo Familia del Castillo Cadavid
 

Los orígenes de Florida se remiten a la época colonial, cuando en esta zona se establecen haciendas de producción ganadera y de caña de azúcar, ubicadas en cercanías a los afluentes del municipio entre ellas Perodias, fundada en la primera mitad del siglo XVII, más tarde El Pedregal, Desbaratado, El Frayle y Párraga en el siglo XVIII, durante la época de la independencia la fuga de esclavos y las contribuciones a la causa patriota, hacen que la economía de estas unidades productivas se disminuya sobre todo durante la reconquista española entre 1816 y 1819.

 

En los años posteriores a la batalla de Boyacá en 1819 y en la consolidación de la primera organización territorial del país conocida como La Gran Colombia, surge por decreto del 1º de julio de 1826 el curato de Perodias, cuyo primer párroco fue el presbítero Francisco Quijano y Lemos, adscrito al departamento del Cauca, cuya capital era Popayán y al Cantón de Palmira creado por ley de la república en 1824.

 

En septiembre de 1833, el presbítero Juan Ignacio López, cambia el nombre a la parroquia de Perodias por el de Florida y en aquel entonces, se inicia el trazado de la población en el indiviso de El Pedregal donde se halla actualmente la cabecera municipal; alrededor de la plaza principal (hoy Plaza de la Paz) se erigen la sede de gobierno, el primer templo de San Antonio de Padua y las viviendas de las familias pobladoras. Más tarde en octubre 1835, los señores Julián y Santos Bedoya, otorgan mediante documento público el acta de donación de terrenos donde se trazó la población.

 

En 1864, se erige como distrito municipal del Estado Soberano del Cauca, al cual perteneció hasta el año 1908 cuando se crea el departamento de Cali, al cual estuvo adscrito Florida hasta el 16 de abril de 1910 cuando se crea el Departamento del Valle del Cauca.