De Ecclesiae munere sanctificandi
Es el título que da
el Código de derecho canónico (Canon 834.1), al hablar acerca de la ´´función
santificadora de la Iglesia´´. Este oficio o función hace que pensemos en el
¿Para qué está la Iglesia? Me valgo de
las palabras del gran Papá Pablo VI cuando escribía en la encíclica ´´Evangelii
Nuntiandi´´, (el anuncio del Evangelio) que ´´Evangelizar no es la tarea
principal de la Iglesia, sino la única y resume su esencia y vocación en este
mundo´´. Para evangelizar, pues es que existe la Iglesia, es la tarea
fundamental que recibió del Señor. Este anuncio del evangelio ha de ser no solo
de palabras sino con el testimonio de vida, pero especialmente va acompañado de
la función santificadora cuyo efecto primordialmente se recibe por la recepción
de los sacramentos. Esto lo entregó el Señor como un mandato y tiene su inicio
en el bautismo, como signo de pertenencia y de iniciación en la comunidad a la
vivencia de la fe: ´´Vayan y hagan
discípulos entre todos los pueblos, bautícenlos consagrándolos al Padre y al
Hijo y al espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado.
Yo estaré con ustedes siempre hasta el fin del mundo´´ (Mateo 28:19-20. Biblia
de Nuestro Pueblo. Luis Alfonso Schökel)
La Iglesia de Jesús
es esencialmente una comunidad misionera.
Estas palabras del Señor han sido una invitación a salir constantemente
de sí misma, de sus problemas y vicisitudes, de las coyunturas históricas de
cada época muchas veces propicias y otras inadecuadas para este anuncio, pero
en últimas abriéndose camino pues por el hecho de ser mandato divino,
conteniendo en sí la garantía de su realización. Allí se siente el ´´yo estaré
siempre con ustedes hasta el fin del mundo´´. Con seguridad muchos obstáculos
tuvieron que vivir los primeros evangelizadores, pero consientes que con una
misión tan amplia como lo es el mundo, solo en ir más allá, entendieron la
misión que el Señor les delegó.
Los nombres de
María Varona, Pedro Antonio Sanchez y María Leonor Bedoya además de María Angela Molina son
desconocidos para el lector, ellos tienen el privilegio en su orden, de ser la
primera mujer bautizada (15 agosto 1826), la primera pareja en contraer
matrimonio (agosto 23 de 1826) y también la primera mujer en haber sido
confirmada (en 1933), en la naciente Parroquia de Perodias, ´´curato de
Perodias´´. Quedan en el recuerdo el Padre Francisco Quijano Lemos, el Obispo
Salvador Jiménez de Enciso y el Padre Juan Ignacio López, que con seguridad al
ser los primeros testigos sintieron emoción al cumplir el mandato de Jesús de
ir y hacer discípulos suyos.
Se trata de una
historia de continua conquista, la conquista de lo geográfico, la de salvar las
distancias que imponía el territorio del río del Cauca, por trochas y jornadas
al desplazarse, también las conquistas de los primeros moradores de estas
tierras que junto a los ancestrales grupos habitantes en ellas hicieron su
morada en el fértil Valle que tenían ante sus ojos.
Gracias a Gustavo
Torres por su inquietud y gusto por la historia, en especial la de este amado
municipio que hoy en medio de nuevas dificultades y oportunidades continuamos
´´conquistando´´
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